jueves, 5 de agosto de 2010

Profe Blanco ¡libertad!, nosotros estamos contigo

Conozco al profe Guillermo Blanco desde mis años en la escuela primaria, de los once años que compartimos juntos en Raimondi y ese tiempo -el más mágico de nuestra existencia- nos bastó para conocer la calidad profesional y de persona que siempre ha tenido. Fue Blanco quien nos inculcó la pasión por la lectura, con él aprendimos a ser solidarios, a identificarnos con las causas justas y a no rendirnos a pesar de las adversidades. Todavía lo recuerdo de pie ante el pizarrón explicándonos las razones que teníamos para nunca dejar de estar aprendiendo algo positivo, todavía lo recordamos con su bota de yeso llena de firmas, la vez que una fractura lo sacó de circulación -allá en los años ochenta- y tuvimos que ir a su casa de Banchero a visitarlo. Por eso el jueves, de mañana, cuando desperté y hallé en el celular el mensaje de texto de mi hermano comunicándome la noticia, cuando después fui al kiosko de periódicos y me encontré con la lectura de un hecho a todas luces impactante para quienes sabemos de quién estamos hablando, sencillamente no podía creerlo... Cómo voy a creer en una acusación como la que se le atañe, cómo vamos a creer que Blanco es capaz de dañar a un menor de edad con semejante bajeza, cómo vamos a creer que el Poder Judicial ha sido capaz de actuar con tanta celeridad, de disponer se arranque brutalmente al profe Blanco de su aula raimondina ante la mirada estupefacta de todos y de encerrarlo en una carceleta para al día siguiente enviarlo al Penal de Cambio Puente.
¿Ésa es la justicia que tenemos? ¿Así se trata a quienes toda su vida han sabido conducir a generaciones de estudiantes por el camino correcto? Desde estas líneas damos la cara y ponemos el pecho a favor de quien ha sido y siempre será nuestro maestro. Aquí nadie se está negando a aceptar lo que dictamine una investigación transparente y exhaustiva, que estamos seguros servirá para aclarar de una vez por todas las verdaderas razones por las que Guillermo Blanco se encuentra donde se encuentra: internado en una clínica y a escasa distancia de una cárcel. Desde este espacio exigimos se investigue y rastree psicológicamente la personalidad del menor de edad que acusó a Blanco, demandamos se analice y tenga en cuenta la realidad psico-afectiva de la familia acusadora y al Tercer Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia del Santa le instamos a que cambie la orden de detención por una de comparecencia. Y esta voz no sólo me pertenece, es la voz, el clamor de quienes creemos en la inocencia de uno de los maestros con más prestigio en nuestro antiguo centro de estudios.
Ayer, en Facebook, las muestras de solidaridad crecían de parte de estudiantes, ex alumnos y ciudadanos anónimos que siempre hemos estimado al maestro. "No me tumbarán". La frase se la dijo Blanco a uno de los tantos ex alumnos que lo han visitado en la clínica y se ha repetido de boca en boca durante la vigilia de anoche en el frontis del colegio, durante la marcha que a continuación se improvisó alrededor de la plaza de armas y a lo largo del breve plantón ante la casa del director de raimondi, donde la masa humana (compuesta de niños velitas y pancartas en mano, madres de familia, colegas, ex alumnos, familiares y amigos) exigió a gritos que éste renunciara a su cargo y se iniciara una nueva era en el colegio.
¿Qué está pasando en Raimondi? ¿Por qué es vox populi la existencia de una mafia enquistada alrededor del poder en la institución? ¿Por qué algunos viejos maestros raimondinos temen que algo malo les pueda pasar? ¿Por qué no se reconoce como es debido el rol de educadores que han cumplido y cumplen toda una generación de profesores que han dejado su vida en las aulas de la esquina de Espinar y Enrique Palacios? ¿Por qué Raimondi se ha estancado como colegio? ¿Por qué se ven tan lejanos los días en que los raimondinos hacían noticia por sus logros académicos y deportivos? ¿Por qué tantos escándalos? ¿Por qué circula una lista de firmas entre la comunidad raimondina, memorial con una serie de quejas que se hará llegar a la sede principal de los Oblatos de San José, en Lima?
El profe Blanco está leyendo estas líneas ahora, él sabe bien quién nos puede responder todas estas interrogantes. Él sabe (y nosotros también) que es inocente, por eso todos juntos elevamos nuestra voz desde Chimbote, desde esta trinchera, y gritamos ¡Profe Blanco, libertad!, nosotros estamos contigo...